Nuestra historia

En 2012, en la ciudad de Ibagué, en un pequeño local de apenas 15 metros cuadrados, situado sobre la avenida Ferrocarril con calle 37, se convirtió en el refugio de los sueños de Álvaro Esteban. Álvaro no tuvo una infancia fácil. Creció entre malas compañías, padres ausentes y el peso forzado del trabajo infantil. La vida no le ofrecía opciones, solo la necesidad de sobrevivir. A sus 39 años, y contra todo pronóstico de sobresalir, decidió iniciar su negocio de extintores. Lo hizo con la valentía de un héroe que, según su hijo, podría haber inspirado las mejores historietas de Marvel. Pero incluso los héroes también enfrentan sus propios demonios. En 2021, Álvaro comenzó a sucumbir ante quebrantos de salud mental y crisis emocionales que prometió nunca compartir, hasta hoy.

Quienes han padecido la depresión, la describen como una aspirina envenenada, empieza a consumir la ilusión de quien la enfrenta, drenando cada deseo de esperanza e ilusión.

Fue una noche fría de sábado, en la ciudad musical, bajo un aguacero torrencial que parecía reflejar el caos interior de Álvaro. Con la voz quebrada y un peso insoportable en el alma, marcó el número de su hijo y, con palabras llenas de dolor, dijo: “Cuide a su hermana, a su abuela y a su mamá… ya no aguanto más.” El silencio desgarró el alma de Sebastián, pero con una frialdad y firmeza respondió: “Papá, tranquilo. Ahora me toca a mí. Yo resuelvo todo. Espera hasta mañana; tengo algo que mostrarte.” Mientras “El Director Goméz”, como lo conocen en redes sociales, revisaba libros de su infancia esa misma noche, encontró una carta empolvada de un dragón que despertó algo dentro de él. La imagen, poderosa y simbólica, le recordó las enseñanzas de su padre y la lucha que había enfrentado desde niño. Inspirado, tomó papel y lápiz y comenzó a escribir una carta a su padre, que al final decía: “Un dragón se recupera de las derrotas despegando sus garras del suelo y elevando sus alas hacia el cielo, como lo hace una idea, un sueño o un anhelo.”

El Director no solo sintetizó las palabras de aliento que su padre necesitaba en ese momento, sino que también dio vida al logo del dragón y al nuevo nombre, YHUNOA, inspirado en neologismos de la cultura asiática que simbolizan la persistencia. Con ello, transformó por completo la visión y el espíritu del negocio. Esa carta tuvo el poder de tocar en Álvaro sus fibras más sensibles e incendiar en él, una vez más, su ambición y su deseo de expansión empresarial. Fue el sello de un pacto entre padre e hijo: tal vez la explicación lógica de la frase “Efecto Director” que desconocidos llevan tatuada en la piel.

En septiembre de 2024, y según el último reporte trimestral de la empresa, 6 de cada 10 negocios en Ibagué cuentan con un extintor de YHUNOA en sus establecimientos, llevando consigo la insignia de Slayferon, el dragón de la persistencia

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